domingo, 18 de abril de 2010

Volvemos con nuevos artículos: En el mismo saco por Silvia Buendía

EN EL MISMO SACO

Por: Silvia Buendía

El 24 de marzo de este año el Universo publicó el artículo titulado “Pederastas, los curas” en el que Mario Ruiz Navas esgrime datos cuantitativos que demuestran que los niños sexualmente abusados lo son en su mayoría por familiares cercanos, padres, tíos, abuelos y en menor porcentaje por amigos de la familia, maestros, médicos, sacerdotes, extraños. Por lo tanto -sostiene Ruiz Navas- no son los sacerdotes los más frecuentes depredadores sexuales, pese a que el escándalo con que se cubre esta noticia pudiera hacer pensar lo contario.

Recuerdo que cuando leí el artículo antes mencionado pensé en lo duro que debe ser para los sacerdotes del mundo llevar hoy la cruz de este escándalo. No les ha de gustar a los curas que la opinión pública los mire con sospecha, los tema monstruos, lo intuya violadores de niños, lo asuma delincuentes. Pero sobre todo no les ha de gustar a los curas que los ponga en el mismo saco que a otro grupo humano que carga hace tiempo con este mismo estigma: los homosexuales.

Echando mano a las mismas estadísticas utilizadas por Ruiz Navas, vemos que los abusadores sexuales en su mayoría (70%-80%) son hombres heterosexuales. Por lo tanto, es mucho más probable que un menor sea agredido por un hombre heterosexual que por un hombre homosexual. La pederastia es un delito, una patología y no tiene relación alguna ni con el sacerdocio, ni con el celibato, ni con la orientación sexual homosexual. Considerando esta situación, me pareció que de pronto la iglesia católica estaba a un paso de mostrarse más sensible hacia los homosexuales quienes -al igual que los sacerdotes y como lo demuestran las cifras- también están siendo achacados de un crimen que es cometido infrecuentemente por ellos.

Pero me equivoqué de cabo a rabo. El lunes 11 de abril, durante su visita a Chile, Tarcisio Bertone secretario de Estado de Vaticano y mano derecha del papa Benedicto XVI hizo una declaración insólita que le dio la vuelta al mundo. Durante una rueda de prensa, intentando tal vez escurrir el bulto a una pregunta que le planteó la posibilidad de que el celibato sea causa de la pederastia, Bertone dijo: "Muchos psicólogos, muchos psiquiatras, han demostrado que no hay relación entre celibato y pedofilia, pero muchos otros han demostrado, y me han dicho recientemente, que hay relación entre homosexualidad y pedofilia. Esto es verdad, este es el problema".

Esta aseveración ridícula, anticientífica e irresponsable deja en claro que los altos jerarcas de la iglesia siguen buscando desviar la atención pública para no asumir las culpas de sus errores.

En lugar de llamar la atención privadamente a los infractores para luego trasladarlos a parroquias lejanas donde no se los conociera, la iglesia debió denunciar estos crímenes a tiempo y sin contemplaciones. El caso Smyth -entre muchos, demasiados otros- ilustra este consuetudinario comportamiento de la iglesia católica. La orden religiosa de Brendan Smyth, sacerdote nobertino de Irlanda del Norte, conoció de su comportamiento delictivo desde 1945 y no solo que no lo denunció ante las autoridades civiles, sino que tampoco adelantó ningún tipo de proceso disciplinario contra él. Smyth accedió libremente a sus víctimas durante decenas de años en parroquias de Irlanda y Estados Unidos. Mucho peor es el caso de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, quien abusó de chicos y adolescentes durante decenios. Pese a las denuncias en su contra, Maciel fue siempre protegido por las altas esferas de la Iglesia, en especial por el Papa Juan Pablo II que lo consideraba "un renovador del apostolado".

No sería mucho pedir que la jerarquía de la iglesia católica reconociera humildemente que lo que ha causado el gran número de pederastia dentro del clero no es el celibato, no es la homosexualidad de sus miembros, sino la ocultación de este delito por parte de la cúpula eclesiástica con el Papa a la cabeza. Es la impunidad y no otra cosa lo que multiplicó los casos de pederastia dentro de la iglesia a lo largo y ancho del mundo.

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