jueves, 1 de abril de 2010

Telón
Por SILVIA BUENDÍA

silvia.buendia@telegrafo.com.ec



El 27 de enero de 2010, treinta y cuatro columnistas del diario El Telégrafo firmamos una carta abierta que se publicó en la sección Cartas al Director de este diario. En esta carta los columnistas manifestamos nuestros reparos ante la posible creación, por parte del Gobierno, de un medio de difusión oficial que compartiría infraestructura con El Telégrafo. Sostuvimos que esta cercanía entre un medio público y un órgano de difusión y propaganda oficial restaría credibilidad e independencia al primero. Destacamos el hecho de que por sobre todo, diario El Telégrafo era un medio de comunicación público, pero no gubernamental.

Antes de que se publicara esta carta de los columnistas, ya los integrantes de la redacción del diario, sus más altos directivos y su directorio habían expresado esta misma preocupación. Por esos días Rubén Montoya, Director del Telégrafo, peregrinó por medios de comunicación públicos y privados, defendiendo razonada y razonablemente esta idea de la imposible convivencia bajo un mismo techo de un medio público y uno propagandístico gubernamental. Lo hizo con argumentos, sin estridencias, sin proferir insultos, calmadamente. En la página de Opinión & Debate los columnistas del Telégrafo apoyamos el proyecto de diario público desde la fuerza de nuestras convicciones. La apuesta se dobló y redobló.

Hoy existe un nuevo directorio en este diario el cual tomó el jueves pasado la resolución de separar a Rubén Montoya de su cargo. La resolución podrá rezar que este despido se debe a falta de acuerdos en temas administrativos, o lo que sea. Para mi es evidente que la razón de la salida de Montoya obedece principalmente a su pensar y actuar respecto al proyecto gubernamental denominado periódico popular. Desde que esta pugna se inició, el 1 de febrero de 2010 para ser exactos, se han dado acciones irregulares, inconsultas y sin explicación dentro del diario. Se ha censurado contenidos, se ha despedido intempestivamente a trabajadores. Luego de la salida de Rubén Montoya, el domingo 28 de marzo Mariuxi León editora de diversidad y zona ciudadana fue removida de su cargo e impedida de ingresar al diario. Fausto Lara editor de economía fue despedido apenas antes de ayer.

Personalmente fui desde el inicio fanática de este proyecto de medio de comunicación público. Me encantó leer en el Telégrafo una forma de hacer periodismo diferente, reportajes profundos, secciones que tenían como protagonistas gente común, ciudadanos de a pie, personajes diversos, comúnmente marginados de las páginas de los medios de comunicación privados. Ha sido para mí un honor escribir una columna compartiendo página con cerebros tan hermosos, ser parte de una sección de opinión en la que los columnistas sesudamente opinaban y escribían lo que nunca antes se dijo.

Durante un año y ocho meses nadie me dijo qué escribir o qué no escribir en mi columna. Los hechos arriba explicados me hacen pensar que las reglas del juego en este diario han cambiado. ¡Ay! Es un poco tarde para que mi teclado indomable empiece a ceder a presiones. “Uno no siempre hace lo que quiere, pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere.”

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