martes, 27 de abril de 2010

No críticos


Mariana Neira

Regresé a www.eltelegrafoenelexilio.com porque coincido con las ideas de este colectivo que cree en una tercera opción dentro del periodismo: ni estatal, ni privado. ¡Público! Una palabra que aún no comprendemos bien los ecuatorianos, pero algunos políticos ya la conocen y pretenden manipularla hábilmente.

Este gobierno invita a participar en el proyecto de periodismo público a periodistas y pensadores de otras áreas, diciendo que van a servir a la ciudadanía. Ese objetivo se cumplía sirviendo incondicionalmente al gobierno elegido por una mayoría de ciudadanos.

Guiados por el modelo de Europa, los extelégrafos discrepan con ese concepto. El periodismo público es un servicio a los ciudadanos de cualquier tendencia, no al gobierno de turno. Y empiezan con ciertas críticas a la administración pública. La página editorial se había convertido en una bomba de tiempo; había que desarmarla. Para eso recurren al shock. (Cuando veo estas cosas me acuerdo de la ‘Doctrina del shock’, de Naomi Klein). Anuncian la creación de un periódico “chicha” paralelo (como los de Montesinos en Perú). No se imaginaron un acto de rebeldía de los periodistas y editorialistas, entonces, remueven a la cúpula poco a poco, poniendo en su lugar a personajes obedientes NO deliberantes (como en los cuarteles) que anuncian públicamente una censura que viola un principio elemental de la declaración universal de los derechos humanos: la libertad de expresión. Después buscan la manera de desacreditar a la cúpula caída. “Había mucho gasto”, dicen, y recién se dan cuenta. Luego de decapitar al periódico insultan a los intelectuales que “nadie lee”.

A propósito de lecturas, les cuento una anécdota. Amigos me preguntaron por qué desaparecí. Les dije que estuve “recorriendo los caminos de la patria” (no es frase mía) en busca de lectores para estas columnas “que nadie lee” (tampoco es frase mía). Después de reírse, uno de ellos, gran lector, me consuela: “También hay libros que no se leen”. (En los círculos de lectores bromeamos que hay libros que se compran solo para enderezar la pata de la cama). Y empieza a hablar de las “bananas” (con ese nombre simplifico esos títulos tan largos que les pusieron). Mi amigo me dice que en el ranking de los libros más leídos, la “banana” No. 2 de Pablo Cuvi le supera a la No. 1 de Rafael Correa.

Ahí no queda el asunto. En los “caminos de la patria” me encontré con un editor nacional que me contó que la “banana” No. 1 había sido impresa en el extranjero. “En esta crisis debían habernos dado a los ecuatorianos ese trabajito”, dijo. Me quedé pensando. Si tanto les preocupa la crisis económica de El Telégrafo, ¿por qué la “banana” No. 1 no la imprimieron allí?


(http://www.paolapullas.com)

La “crisis” fue un pretexto para deshacerse de los periodistas e intelectuales críticos. Querían hacer de El Telégrafo un “boletineador” oficial con toques de crónica roja y sexo, a veces copiados descaradamente. Lo digo porque acabo de enterarme que el anterior fin de semana un canal de televisión privado difundió una denuncia sobre abusos sexuales en un lugar de la Costa. Al siguiente día El Telégrafo publicó una transcripción textual de esa historia sin citar la fuente. Eso en cualquier parte del mundo se llama plagio. Acá, son las perlas del “nuevo” Telégrafo.

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