sábado, 29 de mayo de 2010

Los bueyes mansos

Mariana Neira

Por si no lo ha notado, le cuento lo que está sucediendo en este momento.

Por la resistencia indígena, el gobierno (llámese Asamblea o Ejecutivo) no pudo meterles la Ley de Aguas por la tranquera, como pretendía. Entonces, ha recurrido al viejo truco del engaño que puede tener dos efectos: éxito o fracaso. Lo más probable es lo segundo porque lo que ha conseguido el gobierno con su afán de concentrar el poder en un solo hombre, es unir a los indígenas como en los tiempos de los poderosos levantamientos nacionales de la naciente CONAIE. En junio se conmemora el vigésimo aniversario del primero que hizo temblar al país. Si el gobierno insiste en su política de engaño, podría celebrarse con la ira del “buey manso”. (Dicen que del buey manso hay que huir porque le puede matar a quien le provoca).

(djibnet.com)

Acabo de enterarme que luego de su fracaso, las altas esferas les invitaron a los representantes de los indígenas a “negociar”, pero les tienen de tumbo en tumbo. Les convocan a una reunión para tratar una agenda, allí cambian los temas y citan a otra. Así se pasan, saltando de agenda en agenda, y no resuelven nada. Es el típico juego de los mentirosos. Engañan con falsas ofertas para ganar el tiempo que necesitan para profundizar su estrategia de dividir a las comunidades. Es el objetivo medular del gobierno, no la negociación. Quiere debilitar al movimiento indígena, quebrar su resistencia para imponer su Ley.

Cuando notaron que los indígenas son fuertes, el gobierno cambió de ruta. Se dedicó a la Ley de Comunicación que nos quieren meter, no por la tranquera, sino por la puerta principal, con un Consejo de Comunicación integrado por representantes estatales directos y otros camuflados en entidades ‘ciudadanas’ mantenidas y manejadas por el Círculo de Carondelet. Siendo así, ¿de qué independencia hablan? Los periodistas estaríamos predestinados a que por cualquier investigación que toque un pelo del Círculo, nos cuelguen de los pulgares, como dije alguna vez.

Ellos intentarían aprobar su Ley convencidos de que los empresarios de la comunicación y los periodistas no son tan fuertes como los indígenas, son incapaces de hacer concentraciones, peor resistencia en las calles. Y están divididos. Pueden tener razón en muchas cosas. De enfrentar a los periodistas de los medios privados con los del Estado y dividir al gremio se ocupó maquiavélicamente este gobierno. (Felizmente, lo he visto en el tiempo, suele ser un impasse temporal). Pero no hay que jugar con el poder de las ideas. Se olvidan que con una marcha de los ‘periodistas de tropa’ que reclamaban por el maltrato a sus compañeros y la descarada corrupción, empezó la caída de Bucaram. Y si se revisa la historia se ve que los gobernantes se caen o se van por la fuerza de los medios que procesan en sus páginas, en sus micrófonos, las acciones de los mandatarios: son sanos o corruptos, son autoritarios o demócratas, son capaces o incapaces. Luego, el pueblo decide qué hacer con ellos. Sea como sea –por las buenas o por las malas- los gobiernos se acaban, el periodismo nunca.

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