sábado, 1 de mayo de 2010

Intelectuales colectivos


Andrés Campaña Remache

Para consolidar una contra hegemonía y constituir una dirección orientada a revertir la dominación de un sector social sobre otro, se requiere de organizaciones que coadyuven a construir consensos y conciencia de clase, en otras palabras, se precisa de intelectuales colectivos con identidades y comprensiones propias como consecuencia directa de un sinnúmero de procesos históricos.

Las formas políticas, destinadas a intervenir la realidad, deben cimentar un proceso, en palabras de Nicolás Maquiavelo, en su obra El Príncipe, “para conquistar el poder y fundar un nuevo orden social y cultural” y, para esto, “hay que unir voluntades dispersas, pues la dispersión debilita la lucha colectiva”.

No obstante, en forma errónea, la práctica política gubernamental ecuatoriana es contraria a estas premisas.


En este contexto, las divergencias entre el actual proyecto de la Revolución Ciudadana, y los acuerdos programáticos con la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras del Ecuador -FENOCIN- y el Partido Socialista Frente Amplio -PSFA-, y otras organizaciones políticas, movimientos sociales y grupos de resistencia anti sistémicos devalan algunas aristas. En primer lugar y más importante, es entender que estas manifestaciones no solo constituyen nuevas capitulaciones del gobierno de Rafael Correa, sino que, más aún, es un mensaje preocupante sobre los extravíos del Régimen.

Siendo así, los intelectuales colectivos cuestionan la naturaleza del proceso. Existen lineamientos básicos para definir los límites de la Izquierda, a decir de Navarro Solís, hay dos tesis elementales para perfilar la tendencia: primero, reconocer la teoría de la plusvalía expresada en el trabajo asalariado como una representación de la explotación y, segundo, pretender la sustitución del capitalismo por una sociedad distinta, sin clases, más no por sus variantes posibles.

Mientras tanto, el fundamento doctrinario de la nueva Izquierda, adscrita a la novísima corriente del socialismo del siglo XXI, se basa, según Heinz Dieterich, en el desarrollo democrático regional mediante el Bloque Regional de Poder y el Bloque Regional de Poder Popular o coordinaciones continentales de gobiernos y movimientos sociales, en su orden; la economía de equivalencias como modelo económico para suplir la ley de la oferta y la demanda, utilizando la Rosa de Peters, por el valor o el tiempo de trabajo necesario para la producción; y, la democracia participativa a través de la inclusión de concepciones ideológicas, sindicales y territoriales en los niveles de gobierno: nacional, provincial y municipal.

Por el momento, los intelectuales colectivos deben tratar de comprender las contradicciones y tensiones propias de un discurso discordante que se dice, entre otras cosas: está en constante construcción, es una superación del materialismo dialectico e histórico, releva a la clase obrera como fuerza vanguardista y, fundamentalmente, reemplaza en el discurso, la eliminación de la propiedad privada por la democratización de los medios de producción. Solo el tiempo dirá.

1 comentario:

  1. Estimado Andrés
    suena muy bonito ... El papel aguanta todo
    Pero la política está en otro lado y tenemos Correa para largo
    Me apena que una persona tan jóven suscriba una política "sociolista"
    que hemos visto repetetirse en los últimos 35 años que tenemos memoria.
    No ver que la tendencia de Correa y su gobierno es de izquierda (no socialista) y que la historia nos pide incidir en ella, es hacerle el juego a la derecha.
    Basta de hacerle el juego a los Cumba, Chávez o Rivadeneiras...
    Saludo fraterno
    QEC

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