miércoles, 5 de mayo de 2010

Elegía por el flaneur

Alejandro Moreano

Oído a un taxista: esta ciudad está diseñada para que sea imposible girar hacia la izquierda.

Son los de a carro por supuesto. Los de a pie, en cambio, pueden virar hacia la izquierda cuando a bien tengan.

El famoso “pico y placa” puede provocar un efecto inesperado: el aumento de los de a pie. ¿Cuántos? ¿60, 80 mil diarios?

¿Aumentará el numero de los vagabundos, los mirones, los “flâneur”? ¿O esos nuevos peatones irán por las calles a pie, tal como viajan en los automóviles, como zombis inmunes a las tentaciones del mundo?

Baudelaire fue el primero en descubrir al flâneur como símbolo de la modernidad. El mirón que deambula(ba) por los pasajes –las arcadas de París- construidos entre calles o en el interior de grandes edificios y llenos de tiendas con sus escaparates llamativos, cafés, muchedumbres… Y cantó a “Una transeúnte”: La calle aturdidora en torno de mí aullaba / Alta fin, de luto, dolor majestuoso / Una mujer pasó, que con gesto fastuoso/ Recogía las blondas que su andar balanceaba”.

Hacia la segunda mitad del siglo XIX florecieron las ciudades-bazar y los grandes almacenes con sus pasajes interiores –en Quito en la primera mitad del Siglo XX, el Pasaje Amador, el Royal- en donde estallaba el fetichismo de la mercancía en todo su esplendor. Pero junto a las damas ricas, empeñadas en mostrar el poder financiero de sus maridos, emergió el flâneur. Y la flaneusse. El o la que circula entre las vitrinas con las manos en los bolsillos, sin comprar, admirando el puro valor de uso de los productos. Y que el capital odia y trata de hacer desaparecer: en algunos almacenes de EU y Europa hay guardias que expulsan a los mirones, la ubicación de los centros comerciales con acceso solo para automóviles, la edificación de urbanizaciones que integran los supermercados, alejan cada vez más a los de a pie.

(http://www.bifurcaciones.cl)

En el Ecuador los flaneur no son tanto los artistas bohemios cuanto los sectores populares. Los fines de semana invaden los “Mal”, se toman los parques, el centro colonial de Quito. Deambulan, pasean, caminan, se detienen para mirar a los artistas callejeros… Se los reconoce porque no llevan prisa.

Pero, la nueva ciudad no está construida para ellos. Desde Durán Ballén, la ciudad fue edificada para valorizar tierras de antiguas haciendas y articular una relación cómoda –a recorrer en automóvil- entre los ejes financieros, comercial y de la diversión con las zonas residenciales.

Fue la vieja ciudad la que enfrentó la dictadura del automóvil, favorecida por sus callejuelas hechas para los de a pie. El último intento de dicha dictadura fue la construcción de ese horrible paso a desnivel que va a dar a la Marín. Pero, el pueblo –incluidos los que “hacen la distribución por su cuenta”- retomó el lugar.

Y la Mariscal también fue un centro de resistencia. Los pelucones crearon el “tontódromo”, una especie suigéneris de “automóviles que pasean” y que no duró mucho tiempo. Luego, devino en un escenario en disputa. Hubo asesinatos para restablecer el orden y la renta de la tierra. Fracasaron de algún modo y hoy ha tornado a ser la “zona húmeda” tan bellamente descrita por Amelia Ribadeneira en uno de sus artículos del antiguo Telégrafo. Una zona para los flâneur.

En los 70 y 80, las diez huelgas generales y los dos “paros nacionales del pueblo”, recuperaron la hegemonía de los de a pie. Atravesada por la Diez de Agosto, Quito es una ciudad fácil para el éxito de una huelga: basta con interrumpir el tránsito en la Diez de Agosto. De pronto, la ciudad era de los de a pie que la recorrían, como en un gran carnaval, una y otra vez, convertidos en flâneur de su propia fuerza.

El automóvil ha llegado a su agotamiento en Quito. Sin embargo, se siguen y se seguirán comprando: la orientación neoliberal e importadora de los bancos y la inexistencia de un proyecto de desarrollo del actual gobierno, asegura que las importaciones de automóviles continuarán viento en popa.

¿Sólo los flâneur podrán detenerla? Pero, para ello se requiere que la ciudad esté diseñada para girar hacia la izquierda.

1 comentario:

  1. muy bien alejandro!.
    el telegrafo exiliado, sigue manteniendo la linea infromativa y formativa que tanto hace falta.
    porque no organizarse para sacar un periodico de amplio tiraje otra vez... es necesario y posible!
    un abrazo

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