domingo, 2 de mayo de 2010

La torpeza de unas castas tristes

Juan Martín Cueva

"Nadie debería hablar de países convulsivos y violentos, sino de momentos convulsivos y violentos de los países”, dice William Ospina. Colombia lleva más de medio siglo de violencia desatada, y al cabo de todo ese tiempo la gente tiene derecho de creer que el momento está acabando, que se vienen otros tiempos.

He pasado meses investigando nuestra frontera norte y he visto que eso de que somos países hermanos no es una bonita frase vacía sino una realidad evidente y a ratos dolorosa. Cuando empecé este texto estaba leyendo a Alfredo Molano, pero me asaltaron y me robaron mi mochila con su libro (no eran colombianos los asaltantes). Entonces vuelvo a empezar, pero ahora la luz que ilumina el tema es diferente, más cálida, proyectada sobre el futuro de Colombia por la subida impresionante de Mockus en las intenciones de voto.

bookofezekiel3.wordpress.com

Los colombianos van a corregir el rumbo perverso que el destino trató de imponerles. Digo destino donde debería decir las élites miopes de ese país que es mucho más que lo que ellas quieren ver. Porque Colombia es Uribe pero también es Mockus, Piedad Córdova, Antonio Navarro, Lucho Garzón, los verdes, la gente que quiere algo mejor. Y porque en el escenario posible de una victoria de Mockus entran Petro y el Polo, lo que dejó de bueno el Eme, la gente que nunca ha votado y se le entiende porque para ir a escoger entre idénticos, seguro que daba pereza votar. Colombia es mucho más que los paras y Santos, las siete bases gringas y los falsos positivos, más que el giro traicionero de las FARC y los tentáculos de la corrupción y el narcotráfico.

Para entender esta pasión inmensa / que iba de pecho en pecho, de grito en grito / debes saber de siglos de vergüenza (…/…) del cansancio infinito de vivir en el mundo / sin amor por el mundo / de la torpeza de unas castas tristes / que intrigan, hieren y ebriamente humillan / mas no saben ser dignas de su suelo y su cielo..." dice un poema de William Ospina.

Tengo ganas de escribir de Colombia porque el Jose Figueroa nos dijo que lo que le dolía de dejar el Telégrafo era perder un espacio para hablar de Colombia. Y que hablar de Colombia aquí, y ahora, es importante. Y porque tiene absoluta razón.

Sentí que debía escribir sobre Colombia porque nos ha traído a cientos de miles de personas con ganas de trabajar y de integrarse, de aportar y de jugárselas por el país que los ha recibido cuando han debido alejarse de su tierra. Porque sé que Colombia nos ha enseñado y nos seguirá enseñando mucho. Nos enseñó a bailar salsa con el Seseribó y a defender la vida, la justicia y la memoria con coraje incansable, con los Restrepo. Colombia es literatura con maestros como Gabo, Laura Restrepo, Fernando Vallejo, Álvaro Mutis y Andrés Caicedo entre muchos otros que hasta nos provocan envidia. Es teatro con Enrique Buenaventura y La Candelaria y el inmenso actor Coco Badillo. Es música con Shakiras y Juanes, pero también con Totó la Moposina, Petrona Martínez, Francisco el Hombre, Alci Acosta y muchos más. Es cine con Víctor Gaviria, Ciro Guerra, Marta Rodriguez y Luis Ospina y ya, enumerar sería absurdo, casi da ganas de decir como el slogan de su marca país, Colombia es pasión. Pasión que se transformó en violencia con una gota que derramó el vaso, el asesinato de Gaitán en 1948.

¿Cerraría una presidencia de Mockus ese momento de violencia? Es un poco abusivo afirmar que eso sucederá. En todo caso Mockus marca la ruptura con décadas de alternancia de los mismos apellidos y los mismos intereses en el poder.

Eduardo Galeano describe a la historia como una vieja caprichosa que no nos obedece, que hace lo que le da la gana: Chile agarra y elige a Piñera, y a la vuelta de la esquina Colombia da un giro de 180 grados y abre un escenario muy distinto del actual, no solo para unas relaciones más sanas con sus vecinos, sino lo más importante, para una relación más sana consigo misma, con su pasado y con su pueblo impredecible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario