miércoles, 5 de mayo de 2010

Haci bibo io mi livertath

Lucrecia Maldonado

Todos los días me levanto temprano. Pero aún tendría que levantarme más temprano para hacer las cosas que libremente me he impuesto: caminar media hora diaria, los ejercicios de rehabilitación de la rodilla, la lectura de mi diario programa espiritual y la meditación sobre el mismo. Casi siempre tengo que perder la media hora de caminata porque el sueño me coarta mi libertad de ejercitarme en nombre de mi libertad de dormir un rato más. Así vivo yo mi livertad.

Tengo que preparar el desayuno. Debe ser saludable y nutritivo, nada de los huevos revueltos con jamón que mi libertad de comer lo que me da la gana me pide a gritos. Luego, casi a las carreras por haber ejercido mi libertad de dormir media hora más, tengo que asearme y arreglarme para comenzar el día. Así vivo io mi livertad.

En el trabajo, me toca firmar la entrada. Luego voy al aula y reviso la planificación que tengo que hacer para ese día. A mí me gustaría leerles a los estudiantes poesía variada, relatos, olvidarnos un poco de los marcos históricos y el análisis literario, pero no es posible, hay un programa que seguir y que cumplir, qué se le va a hacer. Cuando alguien, profesor, estudiante o autoridad, debido a que es un colegio bilingüe, viene a hablarme en espanglish, me dan ganas de cortarle el saludo for ever and ever, pero como noto que me están contagiando esa perniciosa costumbre, reprimo mi libertad de indignación, sonrío irónicamente y me alejo por el corredor masticando mi enojo. Así vivo io mi livertath.

(http://deepchurch.org.uk)

¿Y mi libertad de expresión? Ya les conté que me tuve que autorregular frente a los del espanglish, no puedo, aunque quisiera, decir todo lo que siento cuando la gente habla inglés entre ecuatorianos. Tampoco puedo mentarle la madre a un señor que maneja como si fuera el dueño de la calle, por miedo a que me pegue pero también por cortesía, educación y todas esas cosas. La libertad tiene sus normas, dicen los que hablan de cómo viven su libertad en un conocido periódico quiteño. Por eso, cuando en el diario El Telégrafo, donde escribía antes, las cosas comenzaron a ponerse de colores muy desagradables preferimos irnos, aunque eso restringiera una parte de lo que nos daba cierta libertad económica. Solitos nos fuimos. Nadie nos mandó ni nos obligó a irnos o a quedarnos. Así vibo io mi livertath.

Porque cuando leo esa pequeña gacetilla (de seguro les dicen cuántos caracteres tienen que emplear, porque si no, hablando de libertad, se pueden extender como quinientas páginas) veo que la gente siempre habla de la libertad con normas, la libertad con respeto, la libertad mía hasta donde empieza la libertad del otro. Un señor que afortunadamente ya no me acuerdo quién era decía que para ejercer su libertad su esposa y su hija le conceden la libertad de salir de la casa y viajar… si no, capaz que no sería quién es ni haría lo que hace, o sea, lo mismo que decir así bibo io mi livertath.

Yo, en realidad cuestiono esta columna hecha con un poco de mala intención, me parece. Cierto que resulta bonito saber cómo viven su libertad los deportistas, los escritores, los empresarios (sobre todo ellos, que tienen una cantidad indeterminada de libertad para vivirla a gusto y por tiempo indefinido). Pero me gustaría saber, por ejemplo, también, cómo vive su libertad un niño de la calle. Sería interesantísimo. O saber cómo vive su libertad una prostituta. Pero no una prostituta de caché, no. Una prostituta de esas bien pobres, que no se da cuenta de que vivimos en una sociedad en donde toda la gente vive su libertad de modos bien lindos y creativos y lo proclama en un periódico que dizque defiende la libertad de todo el mundo. Cómo vive su libertad una mujer maltratada, un desempleado, un adicto. Cómo vive su libertad alguien que tiene SIDA, una persona con cáncer terminal, un preso de la cárcel, alguien a quien hostigan sus compañeros de aula, que escribe en una pared, con una ortografía desconcertante: “haci bibo io mi livertath”. Y ahí radica su fuerza interior.

3 comentarios:

  1. Bueno, en todo caso no hay que preocuparse tanto. Seguramente en "El Telégrafo" encontrarán un lugar en el cual expresarse. Como siempre.

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  2. En verdad la cansina campaña de los medios respecto a la libertad me tiene harto y la cancioncita de "no existe cadena...etc.", peor. No creo que se gasten tanto solo por amor a la gente..no?

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  3. Bueno, el comentario irónico de Encalada me ahorra carácteres.

    Para la próxima un poquito menos de gazmoñería, Lucre. En serio.

    (Y -10 por esa 'vrishantez' de decir que los empresarios se pueden permitir "una cantidad indeterminada de libertad para vivirla a gusto y por tiempo indefinido". Esa frase destaca por su estupidez y prejuicio aun asumiendo una hipérbole.)

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