viernes, 25 de junio de 2010

Pequeña historia


Sebastián Endara

Recuerdo que conocí a Correa en una charla que desarrolló en la Universidad del Azuay. Fue una charla brillante de economía desde un punto de vista contrario al neoliberalismo. Me fascinó la autoridad con la que trataba a los economistas conservadores, cómo los desafiaba intelectualmente. Me equivoqué. Pensé como tantos otros, que aquel ex ministro de economía podía ser la alternativa de unión de un movimiento político de izquierda altamente fragmentado, y me alineé a un pequeño grupo político que junto a otros, inició organizando todos los eventos políticos de la amorfa y germinal Alianza País de aquellos días, en que Correa era prácticamente un desconocido. Yo pertenecía al grupo “La voz de los excluidos” y cuando tuve la oportunidad de presentarme personalmente ante Correa y decirle desde qué grupo colaboraba, él me dijo “ primero cambie de nombre a ese grupo, compañero”. No me olvidaré de aquello porque me dejó perplejo.

(blogobierno.com)

La alianza germinal se descuartizó en el austro y los que iniciamos apoyando con reservas o directamente al proyecto “de izquierda”, quedamos excluidos gradual y sistemáticamente. El movimiento tomó un sesgo sospechoso e indefinido y algunos movimientos sociales tempranamente manifestaron su rechazo al respecto y se separaron, pero otros pensamos que se trataba de una estrategia de unión. Nos volvimos a equivocar. Personajes de última hora que nunca estuvieron en el proceso, ni en las calles, ni en innumerables reuniones de diálogo y gestión, ocuparon las direcciones del Estado local, participaron en las elecciones, fueron considerados para dirigir el “proyecto”. Aquellos que gobernaban se pusieron la camiseta verde y de la noche a la mañana todo el mundo se volvió correista, y del grupo germinal solo se quedaron los que juraron lealtad a la bandera de Alianza País, sea el que fuere quien la maneje, olvidándose de la matriz social.

En aquel entonces ya se imponían autoritariamente las decisiones desde un oscuro buró al que nadie tenia acceso; los grupos sociales estábamos políticamente anulados pero confiábamos en la promesa ética del proyecto y en las figuras que la resguardaban. No obstante, ya en el poder, la prepotencia se adueñó de sus actitudes. La cuestión se iba descomponiendo. Luego, muchas de esas figuras, al parecer reflexionaron y decidieron dar un paso al costado del movimiento, y comenzó a visivilizarse la verdadera cara del “proyecto”, más, cuando se supo que había gente estrictamente de derecha trabajando en el gobierno de la revolución ciudadana. Y se cayó el fundamento ético. Y despues de un tiempo vimos cómo les desautorizaron y prácticamente echaron a aquellas personas que de alguna manera constituían el soporte intelectual del régimen, entre funcionarios, pensadores y comunicadores.

Yo he escuchado opinar por ahí, que la estructura política del régimen no se puede definir como socialismo del siglo XXI, sino como fascismo del siglo XXI, donde las estrategias de dominio ya no son dolorosas sino que hasta pueden llegar a ser placenteras. Para otros, el proyecto de Alianza País ya dio todo lo que podía dar; La Constitución del 2008, y nosotros pensamos que ya es hora de dar el siguiente paso en la búsqueda y conquista de la verdadera democracia, de la verdadera justicia, de la verdadera igualdad, que está claro, no la puede generar la revolución ciudadana, sino solamente la “revolución popular”, que no implica por cierto, ni autoritarismos ni prepotencias de uno solo o de varios, sino la justicia y la razón del pueblo.

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